Solemos pensar que influir depende de hablar bien, persuadir o tener los mejores argumentos. Pero la verdadera influencia empieza mucho antes, en un lugar menos evidente: escuchar de verdad. Escuchar no es un acto pasivo. Es una presencia que genera confianza, abre posibilidades y transforma conversaciones. La pregunta es: ¿estamos escuchando para responder, o para comprender?

¿Rinde bien o tiene potencial? ¿Está motivado o está listo? En esta nueva nota del blog exploramos por qué es tan importante diferenciar entre motivación, potencial y desempeño, y qué consecuencias tiene no hacerlo bien. También compartimos herramientas para identificar cada una y ejemplos reales de cómo esta confusión afecta decisiones clave en el trabajo.